by Mário de Andarde (São Paulo, Brazil 1893–1945)
Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora…
Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada.
Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados.
No tolero a manipuladores y oportunistas.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa…Sin muchos dulces en el paquete…
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos.
Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.
I counted my years and discovered that I have fewer years left to live compared to the time I have lived until now…
I feel like that kid who won a package of goodies: he ate the first half eagerly, but when there were few, he began to savor each one deeply.
I have no time for endless meetings where discuss statutes, rules, procedures and regulations, knowing that it will not achieve anything.
I have no time to withstand ridiculous people who, despite their chronological age have not grown.
I don’t have time to deal with mediocrity.
I do not want to be in meetings where inflated egos are on parade.
I won’t tolerate manipulators and opportunists.
Envious people bother me, seeking to discredit the most able, to usurp their places, talents and achievements.
People argue not over content but titles. My time is too precious to discuss titles.
I want the essence, my soul is in a hurry. Not many treats are left in the packet.
I want to live among humble people, very humble. People, who can laugh at their mistakes.
Who do not become full of themselves because of their triumphs.
Who do not consider themselves elite, before they have really arrived.
Who do not run away from their responsibilities.
Who defend human dignity.
Who do not want anything else but to walk along with truth, righteousness, honesty and integrity.
The essential thing is what makes life worthwhile.
I want to surround myself with people who can touch the hearts of others.
People who despite the hard knocks of life, grew up with a soft touch in their soul.
Yes, I am in a hurry. So that I can live with the intensity, which only maturity can give me.
I intend not to waste any of the treats I have left. I am sure they will be more exquisite compared to the ones I have eaten so far.
My goal is to reach the end satisfied and at peace with my loved ones and my conscience.
We have two lives and the second starts when you realize that you only have one.